Descripción
Traducción de Juan Domingo Silva.
Esta es una segunda edición revisada del ya clásico libro Los movimientos sociales en Chile publicado el año 1998 y que rápidamente se transformó en un libro imprescindible para el estudio y conocimiento de nuestra historia reciente.
Al escribir este texto, los autores se preguntaban cómo fue posible que las grandes jornadas de protesta popular de los años ochenta hubiesen desembocado en el gobierno de la Concertación dirigido por Patricio Aylwin, quien en 1972 «abrió la puerta a los militares», al golpe de Estado que destruyó el proyecto de la Unidad Popular, liderado por Salvador Allende. Según sus autores, este periodo tiene «innegable parentescos» con el que Chile está viviendo hoy, iniciado también por una rebelión popular, el 18 de octubre de 2019.
A partir de la investigación detallada y minuciosa de dos de las décadas más decisivas de la historia reciente, este libro contribuye a comprender no solo el pasado, sino también el tiempo presente y nos entrega herramientas para analizar la «sociedad chilena como una totalidad en movimiento», «como un todo, en cuyo seno las esferas de lo económico, lo social y lo político se combinan dialécticamente» y en donde los movimientos sociales y sus luchas son los protagonistas.
Fragmento del prefacio (exclusivo de esta edición)
A pesar de estas evidentes transformaciones y de las promesas que se le asocian, Chile se encuentra -es lo que trataremos de demostrar aquí- frente a dilemas de fondo, tropezando con algunas limitaciones de base que dan la impresión de que la historia reciente, más allá de cambios no desdeñables, no cesa de repetirse, de tartamudear alrededor de algunas fracturas subterráneas sobre las cuales vuelve invariablemente a… tropezar. Por lo menos, eso es lo que uno querría afirmar al recordar lo que escribimos en ese momento y optar por mirar las cosas desde la perspectiva de la historia y del largo plazo. De eso se trata esta reedición: no solo recordar de qué se hizo el pasado (para no repetir los posibles errores), sino también y, sobre todo, dotarse de los medios, como decía Walter Benjamin, para descifrar y desmitificar la historia de los vencedores que, tan prontamente, se impuso en Chile; y no para magnificarla o aceptar sus dictados sino, al contrario, para abrirse a la posibilidad de invertir su curso, devolviendo a los vencidos el lugar que les corresponde y que, sin embargo, ese relato no ha cesado, por todos los medios posibles, de ponerlos al margen y olvidar.
Porque a eso precisamente nos consagramos hace treinta años, cuando trabajamos sobre ese tramo de la historia tan decisiva del Chile de los años 1973-1993. Apreciar, en un mismo movimiento, la amplitud de las rupturas y transformaciones sociales, políticas y económicas que se desarrollaron en la época bajo el impacto de la dictadura de seguridad nacional del general Augusto Pinochet; pero, al mismo tiempo, sin omitir nada de los incansables esfuerzos de las clases populares para resistir, oponerse y luego, a partir de las grandes protestas de 1983-1984, crear los medios para acelerar inevitablemente la partida del dictador. Porque los años de Pinochet fueron mucho más que un paréntesis autoritario de casi 17 años. Correspondieron a una verdadera contrarrevolución capitalista que abrió no solo un camino real a las políticas neoliberales contemporáneas, sino también quebró durante mucho tiempo y a través de una implacable represión, al llamado «enemigo interior»; es decir, al conjunto de las y los que habían aspirado a una mayor justicia e igualdad en el seno de la Unidad Popular de Salvador Allende y que seguían oponiéndose, de una u otra manera, a cualquier proyecto de refundación capitalista.
Tratar de explicar la totalidad de tal proyecto, tanto la vasta perspectiva histórica en la que se insertaba como las inevitables luchas de resistencia colectiva que cultivó, no fue en vano, al mantener aún su capacidad de relatar, de resistir el paso del tiempo […] Al privilegiar los retos socioeconómicos de las luchas populares de la época, fue posible actualizar una trama sociohistórica explicativa particularmente fecunda, capaz de dar cuenta de las angustias de la transición de los años noventa, así como de explicar muchos de los obstáculos institucionales y jurídicos que se han encontrado hasta ahora.