Próximo lanzamiento de «El socialismo en Chile. Una herencia yacente» de Belarmino Elgueta

Estamos preparando el lanzamiento de nuestra última publicación, la que tendrá lugar el próximo 17 de marzo de 2016 en la casa central de la Universidad de Chile. Presentarán el texto, Jorge Arrate quien prologó esta edición, Gabriel Boric y Faride Zerán.

En los próximos días estaremos entregando mayor información y detalles sobre el lanzamiento de «El socialismo en Chile. Una herencia yacente«.
Por el momento, les compartimos el texto de presentación del autor, escrito por su hijo Raimundo Elgueta Pinto.

Belarmino Elgueta Becker fue un intelectual, dirigente y parlamentario del Partido Socialista de Chile. Nació el 24 de febrero de 1921 en Reñihué, Chiloé, un remoto lugar al sur de Chile, y con una loca geografía, donde se formó su carácter. Su infancia transcurrió en medio de la pobreza, junto a sus once hermanos mayores y sufrió tempranamente la pérdida de su padre. Cursó sus estudios en los liceos de Osorno y de Ancud, y siendo todavía estudiante secundario, fue impactado por las repercusiones de la Guerra Civil española que marcaron profundamente el espíritu de su generación. En 1937 se incorporó a la Federación de la Juventud Socialista, el partido había sido fundado apenas cuatro años antes. De esa forma inició  el vínculo de toda una vida con el Partido Socialista de Chile. Esa decisión definió el resto de su vida, la que se puede dividir en tres periodos: la larga marcha, personal y colectiva, hacia las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970 y su trágico desenlace el 11 de septiembre de 1973; la persecución y el exilio hasta 1989, y el retorno  y el ostracismo hasta su muerte en 2007.

La larga marcha
En 1942 Belarmino Elgueta Becker se trasladó a Santiago e inició estudios de Derecho en la Universidad de Chile. Entre 1943 y 1946 formó parte del Comité Central de la Federación de la Juventud Socialista y se desempeñó como jefe de la Brigada Universitaria Socialista. En 1946 completó sus estudios de Derecho, sin embargó nunca se tituló. La pasión por la política lo desvió de la academia y del ejercicio de su profesión. Ese mismo año fue electo al Comité Central del Partido Socialista de Chile, con lo que se inició un nuevo ciclo en su vida. Junto a otros jóvenes, de la “Generación de 1940”, encabezados por Raúl Ampuero Díaz y, en alianza con destacados intelectuales partidarios como Eugenio González Rojas y Julio César Jobet Buorquez –pertenecientes a las generaciones anteriores de “1920”, y de “1930”, respectivamente–, Elgueta jugó un papel clave en la refundación del partido, iniciada en el xi Congreso General Ordinario, celebrado en Concepción en 1946.

La década siguiente fue un período de intenso trabajo teórico y práctico de carácter colectivo, en el que  estuvo profundamente involucrado como dirigente, intelectual y parlamentario. Se inició con la formulación de la Fundamentación Teórica del Programa del Partido Socialista de Chile en 1947, escrita por Eugenio González Rojas, y concluyó con la elaboración de la concepción estratégica del Frente de Trabajadores, expuesta por Raúl Ampuero Díaz, secretario general del Partido Socialista en su famosa polémica con Luis Corvalán Lepe, secretario general del Partido Comunista. Fue esa concepción de una alianza de trabajadores manuales e intelectuales, con un programa de transformaciones con una perspectiva socialista, la que permitió poner fin a las políticas de conciliación de clases, en el marco del programa burgués de consolidación del capitalismo, marcando así una ruptura con la conducción política de la época que permitió iniciar luego, un nuevo ciclo que culminó con la elección de Salvador Allende Gossens como Presidente de la República. En 1953 fue elegido diputado por la xxv Agrupación Departamental de Ancud, Castro y Quinchao, en representación del Partido Socialista Popular, para el período 1953-1957 y se desempeñó también como jefe de la Brigada Parlamentaria Socialista. Fue además director fundador de diversos medios de prensa partidaria, entre otros, de la revista Espartaco de 1946 a 1947, y de los semanarios La Consigna (1947 a 1948) y de La Calle en 1953. A partir de esa época se inició también en el periodismo político como editorialista y colaborador permanente del vespertino de izquierda Las Noticias de Última Hora, labor que continuó hasta comienzos de los años setenta.
En 1956 participó en la creación del Frente de Acción Popular (FRAP) que fue la primera expresión práctica, en términos políticos-electorales, de la concepción estratégica del Frente de Trabajadores elaborada por los jóvenes dirigentes que habían tomado el poder partidario en 1946, la alianza de trabajadores manuales e intelectuales con un programa de transformaciones con una perspectiva socialista. Este frente político-electoral amplio, fundado en la convergencia de las vertientes socialista y comunista del movimiento popular chileno, eligió a Salvador Allende Gossens como su candidato para las elecciones presidenciales de 1958 y 1964, pero no fue hasta el 4 de septiembre de 1970 que el candidato de la Unidad Popular (UP) –alianza heredera del FRAP–, obtuvo el triunfo en la elección presidencial, con un programa de transformaciones inusitadamente radicales.

Esa fue la última estación en la larga marcha del socialismo por el camino de la revolución. Este camino, en el cual los trabajadores adoptan una política independiente de la política burguesa y sus intereses se proyectan a través de la profundización del proceso revolucionario tras los objetivos socialistas, fue la esencia de la experiencia del gobierno de la Unidad Popular encabezado por Salvador Allende. En 1971, Belarmino Elgueta Becker fue electo nuevamente y, por última vez, miembro del Comité Central en el XXII Congreso General Ordinario celebrado en La Serena, integrando la Comisión Política del mismo. Desde ese lugar, junto a otros dirigentes de la izquierda socialista, impulsó la aplicación irrestricta del programa de la Unidad Popular, como prerrequisito indispensable para la consolidación del gobierno popular.
Esa experiencia inédita en Chile, y quizás en el mundo, que fuera denominada por el Presidente Allende como la “vía chilena al socialismo” terminó abruptamente el 11 de septiembre de 1973. Augusto Pinochet Ugarte subió al poder tras comandar un golpe de Estado contra el último presidente constitucional de Chile instalando una dictadura militar de carácter terrorista que gobernó el país hasta 1990.

La persecución y el exilio
Los siguientes fueron años de persecución desde el día mismo del golpe de estado. Con la dirección partidaria completamente desarticulada por la muerte, prisión o asilo de sus miembros; desvinculado de los escasos remanentes de esa dirección que permanecían en Chile, y subsistiendo en precarias condiciones de clandestinidad, tomó una de las decisiones mas dolorosas de su vida y buscó asilo, encontrando refugio, primero, en Argentina, y luego, en México, país acogedor, hermoso y misterioso, cuya tierra, pueblo y cultura amó profundamente. El exilio, sin embargo, implicó no solo el alejamiento de su tierra sino que también la separación de su familia cuyos miembros sufrieron la represión del régimen de terrorismo de Estado de manera directa. Martín, el segundo de sus hijos, miembro del Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fue secuestrado y hecho desaparecer a los 21 años, por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), el 15 de julio de 1974.
En la búsqueda de su hijo Martín, su esposa, Yolanda Pinto Miranda, se convirtió en una de las fundadoras de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile en 1974, y destacada luchadora por los derechos humanos durante los años más duros de la dictadura, cuando el régimen de terror impuesto por los aparatos represivos de la dictadura militar paralizaba a millones, hasta 1979 año en que, con su salud severamente quebrantada abandonó el país y se reunió con su esposo en México, hasta su muerte, ocurrida dos años más tarde, el 2 agosto de 1981.
Durante el período que residió en México, Belarmino Elgueta Becker continuó una intensa actividad intelectual y política vinculada a la defensa de los perseguidos y reprimidos en Chile; la lucha por la recuperación de la democracia en el país y por la reunificación del Partido Socialista en torno a su pensamiento revolucionario, después de su escisión en dos corrientes: una prosocialdemócrata y otra procomunista. En dicho marco fue significativa su participación en el proceso de convergencia socialista, en su primera etapa, antes que ese proceso perdiera el rumbo, promovido por su viejo compañero de luchas, Raul Ampuero Díaz, a través de los seminarios de Ariccia, realizados en Italia, en los años 1979 y 1980, así como en la elaboración de numerosos artículos, publicados en diversos medios, sobre las nuevas condiciones de la lucha política del socialismo y por la recuperación de la democracia en Chile.

En 1986 fue autor de Revolución y Contrarrevolución en Chile, obra publicada por la Universidad Autónoma de Puebla y coautor con el exsenador Alejandro Chelén Rojas de Breve Historia de Chile, en una obra colectiva coordinada por el exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Pablo González Casanova, publicada por la Editorial Siglo XXI. En 1987 fue coautor con el exministro del Presidente Allende, Pedro Vuskovic Bravo, de Che Guevara en el presente de América Latina: los desafíos de la transición y el desarrollo, recibiendo el Premio Extraordinario otorgado conjuntamente por Casa de las Américas y el Centro de Estudios sobre América Latina, de Cuba, en el año 1987, obra publicada en ese país y en Argentina.

El retorno y el ostracismo
Al término de la dictadura, ocurrida el 11 de marzo de 1990, Chile empezó el tránsito hacia la democracia fundado en un pacto, negociado en los meses anteriores al fin del régimen, entre las elites civiles y militares que habían sostenido al régimen de terrorismo de Estado, por una parte, y el sector más moderado de la oposición a la dictadura que incluía al Partido Demócrata Cristiano y un recientemente reunificado y renovado Partido Socialista de Chile, por la otra. Mediante ese pacto, que preservó la espúrea Constitución Política impuesta en 1981, con inclusión de la Leyes Orgánicas Constitucionales, y el modelo económico neoliberal establecido por los “chicago boys”, se dejó fuera al sector más radical de la oposición que demandaba reformas profundas en ambas dimensiones, y a las víctimas de la represión pinochetista, a las que se les ofreció verdad y justicia “en la medida de lo posible” (Aylwin) y reparación “austera y simbólica” (Lagos).
Así, con el retorno de la democracia en 1990, Belarmino Elgueta Becker enfrentó el dilema de sumarse a la política del Partido Socialista de Chile reunificado y renovado, que implicaba la renuncia a los objetivos por los que había luchado toda su vida, o replegarse a la marginalidad. Al optar por esta última alternativa, rechazó el camino de los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia, instalados a partir de 1990, porque consideró que ella era una coalición liderada por fracciones burguesas y con un programa neoliberal, orientado a la consolidación del capitalismo “salvaje” heredado de la dictadura de Pinochet.
De regreso a Chile, y en ese espacio de ostracismo autoimpuesto, durante la última década y media de su vida, Belarmino Elgueta Becker dedicó sus esfuerzos a preservar y desarrollar las ideas que habían inspirado la refundación partidaria de 1946, y la larga marcha del socialismo chileno por el camino de la revolución que culminaron con la gesta del movimiento popular chileno en 1970-1973, el momento mas alto alcanzado por la lucha revolucionaria en la historia del país.
Esos últimos esfuerzos intelectuales y políticos de su vida se tradujeron en la publicación de tres obras dedicadas al pensamiento socialista revolucionario chileno y que constituyen su aporte más personal al desarrollo de éste. Ellas fueron: La cara oculta de la historia. El legado intelectual de Julio César Jobet (1997); El sueño y la vida en Eugenio González Rojas (2004) y El socialismo en Chile durante el siglo xx. Una herencia yacente (2007).
En esta última obra, publicada en México en 2007 por UAM y Plaza y Valdés Editores, y que es publicada en Chile por Tiempo robado editoras, en una cuidadosa edición revisada y anotada que restablece su título y estructura originales y que añade un prólogo de Jorge Arrate MacNiven, Belarmino Elgueta Becker, aborda tres aspectos centrales para la formulación de una nueva política para aquellas fuerzas que se reclaman pertenecientes a la vertiente socialista de la izquierda chilena hoy:

  • presenta un estudio de largo aliento agudo y comprensivo –parte historia y parte memoria– de la evolución de la teoría y la práctica de la vertiente socialista de la izquierda chilena en el siglo XX, con especial énfasis en el periodo 1946-1973, en el cual fue coprotagonista de esa evolución, como integrante de la dirección nacional del Partido Socialista de Chile, parlamentario y fundador y director de diversos órganos de prensa partidarios;
  • formula una crítica acerba y lúcida de las bases intelectuales, morales y políticas de la renovación socialista que abrió paso a la reunificación del Partido Socialista de Chile en 1990, a su participación en los gobiernos de colaboración de clases de la Concertación de Partidos por la Democracia (hoy reciclada como Nueva Mayoría con la integración del Partido Comunista de Chile) y a las prácticas corruptas en que aparecen involucrados casi todos sus dirigentes actuales y pasados; e
  • hace un exhorto a las nuevas izquierdas para que con base al rescate de la teoría y práctica del socialismo revolucionario chileno, la herencia yacente a la que alude el autor, se pueda trazar una auténtica política socialista para el Chile del siglo XXI dirigida a abatir el grado de explotación de la fuerza de trabajo y/o de despojo de los recursos comunes que es el terreno fértil donde se reproduce, la escandalosa desigualdad que caracteriza a nuestra sociedad.

Belarmino Elgueta Becker, murió en Santiago de Chile, el 2 de mayo de 2007. Al final de sus días, con su salud severamente deteriorada fue capaz de escribir todavía un último texto de carácter más personal, y que tituló La camisa del hombre feliz, una búsqueda entre penas y alegrías –en alusión al cuento anónimo, popularizado por León Tolstoi–, y que constituye una suerte de reflexión sobre la felicidad o, según como se lea, sobre su inexistencia. A diferencia de sus anteriores escritos, en éste da cuenta de ese proceso de búsqueda, creación y lucha que fue su vida, durante la cual siempre evitó todo protagonismo, a pesar de haber estado vinculado permanente e íntimamente a la historia política de nuestro país.

Distrito Federal, México, noviembre de 2015