Doce mujeres pobladoras y dos religiosas bastan para construir una historia feminista. Casa Yela, Talca

por Luna Follegati
Historiadora, académica y militante feminista

Detrás de un libro, siempre hay historias. Relatos, procesos, emociones y trayectorias que se ponen en juego cuando nos enfrentamos al desafío de marcar un proceso, de construir una perspectiva, de aportar a un presente a ratos incómodo y movedizo. Construir un libro, es una proeza en sí misma, un desafío, más aún, si este corresponde a un hilván de pensamiento vuelto carne en una investigación doctoral de más larga data, como el caso que antecede a la ocasión que hoy celebramos, la publicación del libro Violencia de género, pobladoras y feminismo popular. Casa Yela, Talca 1964-2010.

Publicar un libro –más aún si es feminista– es una responsabilidad. No sólo por el hecho de poner en circulación ideas, tesis y propuestas que se baten en el escenario de la investigación académica, sino que es exteriorizar ese pensamiento al servicio de un proyecto. La responsabilidad y compromiso de nuestra autora, Hillary Hiner, se caracteriza por eso, por construir desde la historia una narrativa que dialoga con la lectora concitando emoción, reflexividad y compromiso que se demuestran en el tejido de cada palabra. Un libro escrito con precisión, rigor y emoción. Un libro feminista, no por la contingencia de su nombre, sino que por su ímpetu y dirección: aquella que releva la historia otra de las mujeres desde una propuesta popular anidada en la Talca de los ochenta. Centralidad que aborda en un doble objetivo: comprender las formas que adquirió la violencia en el espacio rural talquino durante la segunda mitad del siglo XX, y particularmente las transformaciones de la violencia doméstica y sexual en dicho contexto. Un segundo eje, da cuenta de la articulación que propician las mujeres Yela para afrontar la violencia contra la mujer desde la dictadura hasta principio de la primera década de los dos mil, bajo un constante contrapunto con la historia de las organizaciones feministas chilenas.

Casa Yela, espacio de creación, de contención e historia. Espacio sustantivo de elaboración práctica de un feminismo otro, aquel que no siempre nos disponemos a observar. Feminismos populares que se relevan entre un mar de experiencias de resistencia en los ochenta, y que Hillary no duda en puntualizar: experiencias de aprendizaje, de elaboración y resistencia. Cotidianidad de un grupo de mujeres organizadas, que claman su voz en un “nosotras”. En tanto puerta y apertura a una historización encarnada en las mujeres Yela, en su historia, pero también de proceso que da cuenta de la propia historia de Chile, tanto de sus vericuetos como de sus transformaciones estructurales. Una historia que se vivencia en las palabras y experiencias de mujeres, pero no como un relato escindido de un acontecer nacional, más bien como un complejo ejercicio de entrelazamiento entre subjetividad, lucha e historia. Historiografía que se entiende como resistencia feminista también, como un llamado a no doblegarnos frente a las omisiones de la Historia con mayúscula, y que se subvierte frente a una experiencia que se entrelaza finamente con la historia de Chile.

Desde este lugar, podríamos rescatar un sinnúmero de aspectos destacables que se relevan en nuestro libro, texto que dividido en tres grandes capítulos que rememora la trayectoria de construcción y reconstrucción de las mujeres Yela.

Historia, feminismo y movimiento en Chile

Doce mujeres pobladoras y dos religiosas bastan para construir una historia feminista. Mujeres Yela es la historia de un comedor popular que en 1986 se transforma en un espacio de participación y resistencia feminista que busca una respuesta articulada para responder a las diversas formas de violencia que se gestan en la marginalidad de una población. Pero es también, como señala Hillary, la historia de un movimiento feminista que sin intencionalidad se propone transformar la historia, esa Historia que insistentemente parece omitirla y que nuestra autora releva y posiciona insistentemente. Mujeres que cambiaron la historia desde una experiencia local, que transforman un devenir al dar cuenta críticamente sobre las formas políticas, el poder y resistencia de las mujeres organizadas contra la violencia de género, narrativa que logra cruzar fronteras y se entromete en las esferas de la literatura de género cuestionando la historiografía sobre la Historia de las mujeres.

Decimos que esta historia, es también la historia del feminismo. Énfasis que radica en la alteración que provoca la organización de mujeres que cuestionan los códigos generizados con los que se buscaba normarlas y controlarlas. Violencia de género que buscaba ‘corregir’ y vehiculizar un rumbo señalado para las mujeres, situando particularmente las formas de control de los cuerpos femeninos en el espacio público y privado. Tensión, desorden y resistencia que a ratos adquiere un perfil feminista, pero cuya vehemencia se manifiesta en la acción ya consciente a finales de los ochenta. Centrar esta mirada en ellas, es parte de la reconstrucción de la historia del movimiento feminista. Es situar su voz como una centralidad política que comprende una historicidad más allá del estallido: da cuenta de un hasta cuándo que entrelaza una vida de violencia en lo privado pero también en lo público.

Comprender la historia de la casa Yela como una historia feminista, es analizar estas transformaciones al calor de la organizatividad de las mujeres. Es observarla bajo sus voces, de sus escuchas, de sus sueños y temores. Y es justamente lo que constituye este libro como un imprescindible, su escritura a tres voces hace de esta historia una necesidad que interpela y complejiza la historiografía nacional. La voz de la autora, la de la experiencia propia que se encuentra viva y que se posiciona; la voz de los procesos políticos, económicos y socioculturales; y la voz de ellas, de las mujeres Yela. Tres voces que nos cuentan del feminismo popular y cómo se sitúan en la Historia de Chile.

La violencia de género y la historia

Un segundo gesto –político y analítico– que señala la autora, es la referencia al eje problemático que constituye la violencia de género. Desde las primeras páginas se posiciona una entrada que marca una distancia con lecturas que la comprenden a partir de visión acotada o segmentada, como un problema privado o particular. Visiones tradicionales del género que son cuestionadas desde un posicionamiento teórico que no vacila en constituir una propuesta: la comprensión de la violencia de género como “capas” o “hebras”, que se superponen configurando mantas o formas de índole diversa. Violencias interseccionales que se entrelazan con violencias políticas, económicas o socioculturales. Que son históricas y por tanto, varían y se transforman en diálogo con los distintos contextos del país. La historia de las mujeres Yela opera como una expresión y manifestación local de las formas de organización y resistencia frente a esas variaciones y particularidades que adquiere la violencia.

Esta posición no es ambigua, ni amplia, ni transversal. Más bien es situada desde un espacio el feminismo popular, en tanto respuesta estratégica frente a las vicisitudes que plasman el feminismo a finales de la década de los ochenta y que por lo mismo, se va construyendo en su hacer y respondiendo a las experiencias concretas. Así, la propia concepción sobre violencia de género de la autora también se va forjando en el acontecer del relato desde la Casa Yela, construyendo una definición que se entrelaza con la historia de una población talquina. La historia de las mujeres Yela relata este proceso en detalle, no como una ‘historia de vida’ de las participantes, más bien, como una propuesta investigativa que comprende un problema estructural a partir de una experiencia específica de la violencia.

Comprender la violencia de género desde estos lindes implica un distanciamiento con las formas tradicionales de afrontar la violencia en el período en que se forja la Casa, durante la dictadura y bajo una represión y persecución flagrante. La violencia política, en tanto paragua analítico, tiende a subsumir la experiencia específica de las mujeres bajo una significación que omite el carácter diverso e interconectado que tiene la violencia desde los aspectos económicos, sociales, políticos y culturales que tienden a priorizar una violencia por sobre otra. Al contrario, Hillary Hiner señala un énfasis cuya historia devela discursos y prácticas de la violencia sin privilegiar, por ejemplo, la distinción entre lo público y lo privado, cuestionando la caracterización de una violencia “puertas adentro”, y explicitando la relación entre la violencia cotidiana y política que aquejaban –y aquejan– a las mujeres. Así, comprender esta historia como feminista es una posibilidad necesaria y fundamental para dar cuenta, como precisamente señala Hillary, que toda violencia es política en tanto que existen elementos socioculturales constitutivos de las prácticas violentas administradas por el Estado autoritario.

Por esta razón, “el fenómeno de la violencia de género tiene una historicidad”, un contexto, que Hiner sitúa en la periferia talquina a partir de los sesenta. Historicidad que se conjuga con un ‘no más’ violencia, pobreza y dictadura. Tríada que articula con fineza investigativa dando cuenta de esta trenza que constituye su propuesta de definición sobre violencia de género que incluye otras manifestaciones de violencia, relacionadas con la sociedad y Estado que la alberga. Una violencia ‘pública’, que se manifiesta a la vez en los medios de comunicación y en la casa: manifestaciones que “nunca son ‘privadas’ ya que los significados y justificaciones de estas prácticas siempre tienen representación en los discursos y praxis de la esfera pública y, por ende, en la política”. Un libro de historia entonces que nos presenta exquisitamente una forma de historia otra que cuestiona conceptos fundamentales para dar cuenta de la historia del feminismo, y las condiciones de su movimiento en la actualidad, bajo un tema tan contingente como lo es la violencia de género.

Hoy, la actualidad de las voces de las mujeres Yela se reverbera en el movimiento feminista que clama por una vida digna, por salud, educación y trabajo en igualdad de condiciones. Por un constante cuestionamiento a la deriva actual que hace comprensible la vinculación entre neoliberalismo y feminismo. Un libro vuelto imprescindible que nos habla de un pasado, pero un pasado abierto, presente y actual, que plantea preguntas sobre el feminismo que se plasman como grietas en el movimiento presente, pero que además, nos recuerda la vigencia de un patriarcado que se transforma, pero también se resiste en su extinción. De una historia reciente que habla del permanente proceso de actualización, que interviene y se gesta constantemente. Por todo eso, muchas gracias a las mujeres de la casa Yela y a Hillary por escucharlas a ellas, a través de su propia voz feminista.

Santiago, 7 de junio de 2019