Una vida libre de violencia es posible: “Nunca más, ni una menos, ni una muerta más»

por Leonarda Gutiérrez
Fundadora y exdirectora de Casa Yela

Hoy es un día muy especial para la casa de la mujer Yela, la cual fue fundada el 25 de noviembre de 1986, el mismo día en que se conmemora el “Día internacional de la no violencia contra la mujer”, con una trayectoria de 33 años de existencia y sintiéndonos orgullosas de ser la casa de acogida más antigua de Chile.

Nuestra casa nace en tiempos muy difíciles de nuestro país: la dictadura militar. Sistema que por años fue una gran barrera a las organizaciones sociales en general, sin embargo, junto a un grupo de valientes mujeres y dos religiosas misioneras Yessica y Laura (de ahí el origen de nuestro nombre), se dieron los primeros pasos para entender, apoyar y tratar una grave problemática que lamentablemente aún nos desconsuela, la violencia intrafamiliar.

Esta organización comienza sus primeros años con marchas en repudio a la violencia, abriendo espacios para las mujeres violentadas y para que ellas abrieran sus corazones y hogares. A paso lento, pero con la premura de entregar soluciones, caminamos buscando apoyo tanto en salud mental como en los mecanismos para denunciar a los agresores. No fue fácil, pero el compromiso y convicción de mujeres valientes y decididas, que con mucho esfuerzo entregaron lo mejor de sí, con sus experiencias y vivencias, defendiendo la vida y educando a toda una sociedad por el respeto y el rechazo a la violencia en todos sus contextos, fue dando sus frutos.

Al año de funcionamiento de la casa Yela, esta se transforma en la primera casa de acogida en Chile, recibiendo a cientos de mujeres con sus hijos. Ellas recibieron seguridad, protección, orientación y el cariño de las monitoras sociales, que entregaron lo mejor de sí en tiempo, conocimiento y acompañamiento, realizando diferentes talleres en ayuda para su crecimiento y prevención de la violencia tanto dentro de la organización como en sus casas.

En este caminar, se realizan los primeros estudios y catastro para detectar el nivel de violencia que existía, lo cual sirvió como base para el primer proyecto de ley contra la violencia (Ley 19.325). Así teníamos un apoyo legal y motivación para realizar las denuncias con más seguridad y conocer las redes de apoyo tanto públicas como privadas.

Otro gran orgullo fue tener la casa propia en el año 1994, lo cual no fue fácil pero el apoyo y la confianza recibido por nuestro trabajo nos hizo merecedoras de recibir este gran regalo. Agradecemos a la Agencia Tierra de hombres con sede en Suiza que nos permitió contar con este lugar, donde se puede dar seguridad a las mujeres con sus hijos víctimas de violencia.

Nuestros archivos registran cientos de recuerdos, testimonios y fotografías. No ha sido fácil, hemos sabido de penas y alegrías, de encuentros y desencuentros, pero nuestra génesis y esencia aún viven para rechazar, educar y denunciar.

Han sido 33 años de crecimiento, experiencias y madurez. Casa Yela se autofinancia, los recursos son escasos, sin embargo, hoy con un nuevo grupo de mujeres queremos seguir aportando a una sociedad con menos violencia. Nuestro fundamento es defender nuestros deberes y derechos, por más y mejor inclusión, igualdad y el respeto entre todas y todos.

También cabe mencionar que somos parte activa de la Red chilena de violencia doméstica y sexual, y de la Mesa contra la violencia a la mujer, instancia que nos ha permitido aprender, sensibilizar e instalar el tema de la violencia en la sociedad y con mayor fuerza, decir que nunca más “ni una menos, ni una muerta más”.

Nos hemos conmovido con brutales femicidios, acciones de violencia física, sicológica, laborales, callejeras, entre nosotras mismas… Por eso, nuestro llamado es a fortalecer las campañas, redes de apoyo y la difusión, porque claramente hasta hoy no ha sido suficiente.

Con nostalgia y alegría recordamos a todas las mujeres que dieron vida a la organización y a las que hoy me acompañan, a ustedes aquí presentes, reciban este cariño.

Creando conciencia a partir de la convicción de que una vida libre de violencia es posible y que no estamos solas, sigamos adelante y con mayor fuerza decimos “Nunca más, ni una menos, ni una muerta más”.

¡Muchas gracias!

Talca, 27 de junio de 2019