No+ pobreza, dictadura y violencia: apuntes sobre el libro “Violencia de género, pobladoras y feminismo popular. Casa Yela, Talca (1964-2010)”, de Hillary Hiner (y de las mujeres Yela)

por María Stella Toro
Historiadora feminista e integrante de ReSueltas Feministas Populares.

No logro recordar con exactitud cuándo, dónde fueron las primeras veces que escuché hablar de experiencias como las de las mujeres de la Casa Yela de Talca, múltiples referencias se junta y superponen en mis recuerdos, las que por un lado tiene que ver con mi militancia, desde mediados de los años 90 en el feminismo popular, las escuché a través de las voces de otras compañeras, las encontré nombradas en algunos de los textos que leí también por esos años sobre las experiencias de las mujeres pobladoras durante la dictadura militar.

Sin duda la trayectoria seguida por estas mujeres es similar a la de muchas de las mujeres pobladoras que se organizaron durante la dictadura militar en Chile, fueron comedor popular, olla común, grupo cristiano de base, grupo de mujeres, que apuntaron a través de la “formación entre mujeres” a la generación de procesos de concientización y de apoyo mutuo, en un dialogo permanente que las llevó a establecer las conexiones entre pobreza y dictadura, entre dictadura y violencia, como una cadena continua que podían subvertir y romper a través de su propio actuar. “Entonces nos empezamos a dar cuenta de cómo llegaban las mujeres –golpeadas, con los ojos morados- y de ahí partió la iniciativa de trabajar con las mujeres” (158)

Algunos años después, ya hacia fines de los 90 y comienzos de los 2000, me encontré con algunas de ellas en instancias de coordinación a nivel nacional como es el caso de la Red Chilena contra la Violencia hacia las mujeres y de lo que fue el Foro Red de Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos, ya por estos años lo que supe de ellas estuvo más bien concentrado en que eran un referente obligado cuando buscabas aprender de las experiencias comunitarias que había desarrollado distintas mujeres en el país para enfrentar la violencia.

Las mujeres Yela eran de las ‘pioneras’ en la generación de modelos de acogida entre mujeres, en la concreción del sueño de  crear espacios seguros de contención, reparación y aprendizaje para las mujeres que vivían violencia, desde mucho antes de la creación de las actuales casas de acogida de SERNAM y desde paradigmas que se distanciaban en humanidad, dignidad y compromiso de lo que hoy se hace desde las instituciones gubernamentales.

Sin embargo y a pesar que yo creía que ya sabía sobre las mujeres de la Casa Yela, la invitación que me hizo Hillary a presentar este libro, me enrostró, como muchas veces nos pasa cuando creemos que sabemos algo, mi propia ignorancia y falta de preocupación por conocer la historia más profunda de las mujeres que la conformaron, de las motivaciones que las animaron, de los problemas que encontraron en el camino, de su relación con las hermanas Maryknoll, de sus formas de entender la violencia y de sus propuestas y acciones para salir de ella.

También me di cuenta de mi propio centralismo, pues este libro es también un libro sobre la historia de Talca, sobre la historia de las mujeres en Talca, sobre la historia de las movilizaciones populares encabezadas principalmente por mujeres que en distintas épocas y territorios han luchado por mejorar su calidad de vida y la de su entorno, desde la preocupación inicial por resolver el hambre durante la dictadura, para luego encontrarse consigo mismas a través de las otras.

Este libro cuenta con cercanía, respeto y dignidad lo que hemos escuchado en los testimonios de muchas de las mujeres que han enfrentado la violencia del patriarcado grande (el patriarcado – sistema) y del patriarcado cotidiano, se articula a partir de las voces de las mujeres y profundiza y teoriza sobre cómo podemos acercarnos a la violencia. La autora nos provoca e invita a seguir reflexionando cuando dice: “Toda violencia es política”, dando cuenta de lo urgente que resulta en la actualidad revisar las separaciones que se han tendido a establecer entre la violencia política de estado y la violencia entendida como: doméstica, íntima o intrafiliar (como se la insiste en llamar en nuestra legislación).

Las mujeres Yela muestran en su propio actuar que esas separaciones no son fijas ni rígidas, sus trayectorias dan cuenta de un constante transitar entre la casa, la organización, las instituciones, la calle, la movilización, la abogacía, la gestión de recurso, la incidencia legislativa, para volver siempre a la casa, pero en este caso más allá de la casa propia, sino que la casa de todas, la casa para las mujeres que no les quedaba otra salida que huir de la violencia.

Una casa que ya no existe de la misma manera, pero que habita en las mujeres Yela y en las más de 200 mujeres que pasaron por ahí, una casa que se trasladó en más de una ocasión y que sufrió con los embates de la transición a la democracia y de la consolidación de las políticas neoliberales hasta desaparecer como existencia material. Una casa que es de las mejores imágenes que se me ocurren para graficar el feminismo popular, que suele estar poblado por pobladoras sin casa, que en algún momento de sus vidas fueron y siguen siendo parte de las luchas por la vivienda, de las luchas por la educación, de las luchas por la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, de las luchas por los territorios, de las luchas por el medioambiente, de las luchas contra la violencia hacia las mujeres, a partir de la colectivización y politización de los problemas cotidianos,  fisurando los principios neoliberales de que cada quien tienen que resolver sus problemas en soledad.

¿Por qué leer este libro? Porque da claves sobre cómo enfrentar las distintas formas de violencia que cotidianamente vivimos las mujeres, muestra una experiencia que se levantó en medio de la pobreza y de la vulnerabilidad y desolación que producía la dictadura y tuvo la voluntad de mantenerse vigente hasta hoy. Muestra caminos ya recorridos, de los que podemos aprender y que constituyen parte importante de la historia del feminismo entendido como movimiento, como experiencia colectiva que se hace mano, en la práctica y sin permiso. Porque nos muestra que en nuestra historia pasada, presente y futura seguimos repitiendo No + Pobreza, Violencia ni Autoritarismos disfrazados de democracia a medias.

Santiago, 7 de junio de 2019