Gilda Luongo presenta su libro «Paso de pasajes. Crítica feminista»

Gilda Luongo.
Fotografía de María Elena Sepúlveda

Archivo Nacional, 5 de diciembre, año 2018

Gilda Luongo

Llegar a un libro, sentir un libro, pensar un libro. Desearlo. Lecturas, re-lecturas, reescrituras se cuelan desde allí. Imaginar una forma que aglutine tanta palabra escrita. Dejar pasar los tiempos entre líneas, párrafos, pasajes. Hacer acopio de las ideaciones feministas, su porfía en el transcurso de los años. Tantos años. Mirar las elaboraciones ya escritas y entonces el asombro ante las salidas-entradas feministas intempestivas, su eco vital. Las derivas sinuosas se imponen, dejo lugar a esta presencia escritural. Me entrego a ella sintiendo profundo. Me sobrecoge el sentir de hoy en este paso, aquí y ahora, la resonancia de ayer en este momento.

Todo libro tiene su relato. Me propongo en este espacio contar el de Paso de Pasajes y en medio de todo ello, verter ahora mi gratitud hacia quienes encontré en el trayecto. Porque si bien la escritura es siempre un pasaje solitario, es inevitable que en la configuración de un libro en vuelo, se levanten siluetas que lanzarán un hilo generoso para seguir tejiendo esa urdimbre que tendrá peso, tamaño, forma: lomo, tapa, contratapa, solapa, páginas del prólogo, índice. Un cuerpo y su materia. Me doy cuenta, gracias a Rosario Fernández, que el libro será voluminoso, “tendrá más de cuatrocientas páginas, Gilda”, me dice azorada, la amiga bella. No lo había sospechado. Mi megalomanía me traiciona otra vez. No importa me digo, y me consuelo pensando: ¡nunca volveré a escribir un texto tan largo!

Un primer encuentro benéfico será con Antonieta, Goyi, Vera. Estamos en la Alameda en la marcha de conmemoración del 8 de marzo, día internacional de las mujeres del año 2017. Nuestro paso marchante nos lleva a contarnos nuestras historias recientes, nos acogemos, así como lo hacemos entre mujeres feministas cómplices. Le digo mi deseo del libro próximo, el libro por venir. Me escucha y le propongo que sea una de las presentadoras. Me dice que sí, entusiasta, generosa, pero también dudosa cuando manifiesta que espera que el libro salga y no quede sólo en la ideación. Claro, son tantos los avatares que nos asaltan a las mujeres que escribimos. Necesitamos robarle tiempo al tiempo, perseverar laboriosas y aún así solemos no llegar a puerto. Esas derivas incompletas también nos constituyen como sujetos sujetadas. Me gusta pensar en estos fracasos (im)posibles porque forman parte de nuestra historia de mujeres, las cientos de miles que hemos bregado anudadas entre lo público/privado/íntimo. Así, mucho tiempo antes de que el libro se compusiera, encontré a Goyi Vera quien seria una de las presentadoras. Eso me hizo feliz y su suspicacia me empujó a perseverar.

Ponerme frente a la labor solitaria. Reunir lo hecho, seleccionar mis escritos más preciados. Atesorar, conmoverme una y otra vez ante este acopio que aglutina lo suelto, lo arrojado durante años a las revistas de circulación académica, a biblioteca fragmentada de amar y en publicaciones virtuales de diverso tipo. Trabajar larga y silenciosamente, a pesar de los pesares, durante el año 2017. Pensar y sentir anchamente estas sinuosidades escriturales en distintos territorios y espacios: San Miguel, Santiago de Chile, la Riviera Maya, México, el barrio cívico de Santiago de Chile. Terminar el manuscrito en circunstancias vitales mutantes.

Buscar y encontrar otra vez en mi camino a la amiga Marisol Vera de la editorial Cuarto Propio. Mujer de larga e importante labor cultural y política en este país. Su incansable lucha por levantar y sostener una casa editora que aglutinara a escritoras mujeres y a sujetos de las disidencias sexuales. Su acogida nuevamente. Sin embargo, avatares familiares de Marisol, impedirán que el libro salga por esta casa editorial.

Un evento en este mismo lugar, el Archivo Nacional, en marzo del año 2018, me regala el encuentro fortuito con María José Jaksic, crítica literaria y feminista joven de amar. Hablamos. Le cuento de mi libro y ella a su vez me comenta que está trabajando con la editorial Tiempo Robado Editoras. Me sugiere entusiasta proponerlo a esta casa editorial que es independiente y que tiene una vertiente muy política, está iniciando, además, una línea con publicaciones feministas. Me seduce su agudeza, su convicción acerca de mi libro allí. Acepto esta sugerencia cómplice.

Nos reunimos con Claudia Marchant y Gloria Elgueta, las editoras de Tiempo Robado, en el café Colonia. Estas mujeres inteligentes, políticas y abiertas a las luchas culturales acogen el manuscrito de manera ancha. Hablamos largamente. Me gustan, me alegra que seamos contemporáneas. Pertenecemos a una generación que experimentó en la piel la dictadura en Chile, compartimos heridas similares, pienso. Se entregan con entusiasmo y rigor al libro. Sugieren acápites, corrigen, vuelven a editar, revisan los reenvíos de mi parte. Vuelven a editar. Trabajo dedicado, minucioso. Fluimos bellamente. Sugieren un Prólogo. No había pensado en ello. Imaginé que bastaba la presentación, desajustada siempre de los imperativos que regulan lo cultural. Pero había que pensar en alguien. Entonces la imagen de Rosario Fernández, viene a mí otra vez. Ya le había solicitado que fuera la segunda presentadora del libro y ella había accedido, tiempo atrás. Su potencia, su profundidad, su sensibilidad, nuestro vínculo cómplice y amoroso la dibujan perfecta para esta labor de lectura-escritura. Le propongo, acepta encantada, ancha, sinuosa como es. Se entrega a la labor del Prólogo con todo su corazón y cuerpo llenos. En amar a esta mujer hermosa, más nada. Nadia Prado, estará a su lado para regalar su pupila de águila incansable en la escritura, una mujer de labor creadora que nos enciende con su profundidad filosófica y humana. Nadia, poeta nuestra de cada día, nos dona gozosa y pertinaz su belleza en medio de este paisito escuálido.

Pensar y sentir a una tercera presentadora, Majoli, María José Lizana, quien completa este triángulo poderoso de mujeres feministas. Su aceptación me deja ahíta porque entonces las diferencias entre nosotras serán protagonistas en el lanzamiento a los aires de Paso de pasajes. Cultivar nuestras diferencias, fluir allí. Un ejercicio mayor para articularnos resistentes en estos contextos neoliberales, mezquinos y depredadores. Majoli ha sido una compañera maravillosa en los pasos activistas, pensantes y sintientes del movimiento feminista de las últimas décadas. Nada mejor que su complicidad en este paso vital. Una mujer que se mueve suave, amable, gentil, aguda, poderosa en los pasos feministas y nos hace tan bien su tono ético y afectuoso.

Imaginar obsesivamente fotografías para la portada. Pensar en Ange Valderrama Cayumán, fotógrafa, cronista, tejedora, periodista mapuche champurria feminista, para ello. Compañera y amiga de tantos años, me ofrece su foco dilatado en esta petición mía. No alcanza a cuajar su foto para la portada del libro, una que me perseguía en mi obsesión. Sólo quedará en la solapa del libro la imagen impresa en serigrafía de una de tantas que me regalara.

El pulso venoso de mi gratitud hacia las mujeres nombradas y envueltas en este proceso de lanzar a los vientos Paso de pasajes. Crítica feminista. Hacia toditxs quienes me acompañan hoy. Dedicar, asimismo, este lanzar el libro, a las mujeres cómplices que ya no están y que laten en este brío vital.

Para finalizar, un ejercicio de escritura a partir del título de mi libro, el que llegó a mi imaginación cuando leía, en mayo del año 2017, en un viaje en bus hacia el norte de Chile, a Guadalupe Santa Cruz, nuestra escritora y artista magnífica que partiera el año 2015, un par de días después que lo hiciera el amigo entrañable, Pedro Lemebel.

“Paso” presuroso, cansino, tembloroso, dudoso, ambivalente, triste, riente, dichoso, desamparado, atorado, acompañado, inestable, sospechoso, escéptico, vetusto, solitario, viajero, saltarín, arrepentido, insomne, impúdico, arrojado, valeroso, cómplice, borracho, activista, militante, amoroso, lábil, generoso, honesto, gentil, confiado, desconfiado, asqueado, vulnerable, precario, pobre, canceroso, satisfecho, privilegiado, nocturno, penoso, inquieto, angustioso, desarraigado, voraz, hambriento, perezoso, iracundo, desastroso, agitado, furioso, nómade, odioso, doliente, moribundo, a la intemperie, vital, vivo, encendido, infernal, caliente, quemante, viperino, suave, tierno, cariñoso, arrepentido, perseverante, luminoso…

de “pasajes” sin salida, oscuros, circulares, regalados, costosos, en damero, citadinos, bullentes, coloridos, urbanos, laberínticos, elegidos, sesudos, construidos, derruidos, demolidos, de obra gruesa, estucados, barrocos, librescos, eruditos, analfabetos, autodidactas, enrevesados, de granito, eriazos, enmalezados, enyuyados, de acequias, de cerros de piedra, de ida y vuelta, sin regreso, perdidos, hallados, memoriosos, estrechos, asfixiantes, incómodos, amenazantes, clasistas, ampulosos, racistas, hacinados, reconstruidos, de madera olorosita, de muros suaves, de respiración sonora, de abrazos, besos y orgasmos…

Texto también disponible en el sitio Biblioteca fragmentada